Redhead in the Clouds
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—¿Que quiénes llevan máscara? —le dijo su maestro—. ¡Todos los superhéroes la llevan!
—Ah, ¿sí? ¿Y entonces, Superman qué? —le contestó el alumno insolente.
—Ay, mi joven aprendiz, Superman la llevaba de diario. O bien se lleva en turno de oficio, o bien se lleva fuera de servicio. Superman portaba gafas. Imagínate lo incómodo que debía de ser para él trabajar de periodista todo el día mirando a través de unas dioptrías que no necesitaba.
—A mí es que me sofocan. Me asfixio solo de pensar cómo respira Spiderman, por ejemplo –repuso el alumno.
—Te acostumbrarás. Lo importante es mantener el anonimato, y disimular.
—¿Y qué tal un antifaz tipo el Zorro? —preguntó el joven.
—Hmmm, me temo que ya está cogido por Diego de la Vega. Además, un antifaz no atemoriza a nadie, ni te protege de nada. Por eso casi todo el mundo sabe quién es el Zorro.

El alumno se mostró abatido.
—A ver —dijo de nuevo el maestro—, ¿cuáles son tus superpoderes?
—Correr muy rápido —respondió el joven—. Como un guepardo.
—¡Ajá! Entonces necesitamos que se vean tus ojos, porque a tanta velocidad no puedes permitirte un armatoste como el de Batman. Creo que tengo algo para ti…

Entonces el maestro rebuscó en su maletín y extrajo una mascarilla quirúrgica con las fauces de un felino dibujadas a todo color. El alumno quedó por un momento dubitativo, pero al fin sonrió y la cogió.
—Me gusta.
–¿Cuál será tu nombre de superhéroe?
—Rayoman —dijo el joven.
—Estupendo, Rayoman. Ahora ve al patio y lucha contra el mal. Pero cuidado, no deben reconocerte. Solamente te la puedes quitar cuando llegues a casa.

El profesor se quedó solo de nuevo y repasó las mascarillas que le quedaban por colocar: una de dibujos de manga, tres más de animales, dos de seres mitológicos y una de robots. Había hecho de su clase una liga de superhéroes protegidos contra la pandemia. Las tres noches en vela habían valido la pena.

(Alejandro Moledo del Río)