Una chica vestida
como para ir al desierto
viene
como una flecha
corriendo por la calle
flanqueada a ambos lados
de casas
que hace más de cien años
mandó construir Leopoldo
para sus funcionarios
veloz llega al auto
desde donde la llama
el padre
negro y longilíneo como ella
oigo sus voces que suben
enmarcadas en las líneas de fuerza
de los edificios
hacia el ‘ciel si bas
qu’un canal s’est perdu’
hacia el ‘ciel si gris
qu’il faut lui pardonner’
Bruselas
eso es Bruselas
a otras horas
en esa misma calle
oficinistas treintañeros hacen cola
delante de la sandwichería de la esquina
o un joven canoso fuma
apostado en diagonal a mi ventana
en la puerta de la mole moderna
donde trabaja
Bruselas
eso es Bruselas
una mujer fuma en cuclillas
en su balcón
y justo al lado
una chica desayuna
sentada en el marco de su ventana
desde otro balcón
el dueño del almacén espía
si llegan clientes
a su negocio
o llama a sus hijos
que andan por ahí
Bruselas
un cuervo toma impulso
y alza vuelo
hacia el otro lado de la calle
donde lo pierdo de vista






