Me llamáis por si os escucho,
me tendéis trampas de las que huyo.
Me hacéis promesas,
falsas verdades de Perogrullo,
arropadas en simplezas.
Que no necesito cuidaros,
que costáis poco dinero.
Que el mundo se parará
si continúo con el agravio,
de gastar solo en lo que necesito,
para no atiborrar mi armario.
A veces os escucho,
me dejo llevar por vuestra belleza,
un sueño de poseer algo hermoso,
que calme vacíos teñidos de tristeza.
El placer dura poco,
la ilusión se evapora,
tan rápido como el dinero,
tragado en la máquina registradora.
La guerra será larga,
no me asustan las batallas.
Me cogeréis prisionera,
me tenderéis emboscadas,
caeré algunas veces,
sobre todo en las rebajas.
Pero no os creo ni un segundo,
mentirosas inveteradas.
Voces de un mundo injusto,
que lleva a la nada,
de querer tenerlo todo,
sin acordarse de guardar el alma.